Había pasado años en el mar, enfrentando intrépidas misiones y frías tormentas. Su sonido marcaba el final del trayecto y el regreso a salvo de la tripulación. ¡Pero un día, su propósito cambió! Irve Le Moyne, un marinero que enfrentaba el cáncer, llevó la campana a un lugar donde las batallas eran contra enemigos invisibles: el hospital.

Al concluir su tratamiento, Irve dejo la campana en el hospital, junto a un poema, dándole un nuevo significado: "Ahora, tocarás para celebrar la vida".

Toca esta campana, tres veces bien, su sonido dice claramente: ¡Mi tratamiento ha terminado, este curso ha terminado y estoy en camino!

La primera vez que sonó, su eco no solo marcó el fin del trayecto de Irve, inauguró un nuevo viaje para los pacientes que se enfrenran al cáncer. Desde entonces, cada vez que su latón resuena, la campana se convierte en la voz de la perseverancia, la esperanza y la promesa de un futuro mejor. Su brillo no es el reflejo del sol en el mar, es la luz de miles de historias de valentía que resuenan en su interior.